sábado, 9 de junio de 2012

Capitulo 1.

-¡Dios!¡Ya estoy harta de que me controles la vida!
-Soy tu hermano mayor y me hago responsable de tus acciones, tonterías o gamberradas, así que controlo lo que me da la gana.
-Controlas todo excepto mi vida, ¿vale?
Cerré la puerta de mi habitación de un portazo y saltaron unos trocitos de madera de ella, estaba tan enfadada que podría destrozar todo lo que se encontraba allí,, me tumbé encima de la cama y miré el techo, blanco, el color de la libertad, de la paz, debería ser negro, voy a estar castigada durante todo lo que queda de verano, un bip sonó en mi bolsillo y saqué el télefono de él, Miriam, seguro que era para salir, así qué, ¿para qué contestar? No iba a salir, me iba a pudrir en mi habitación, como comida que no te comes y guardas en la despensa, miré por la ventana, el sol estaba reluciendo, pero se tapaba por unas nubes que se iban y volvían, era un día de piscina perfecto, un día para estar con tus amigas bebiendote una granizada sentadas en el césped de algún jardín enorme, como el de la casa de Elena, suspiré y abrí el cajón de mi mesita de noche blanca, saqué mi mp4 negro y unos cascos rosas con topos blancos que me había regalado mi hermano por mis sobresalientes en, todo, basicamente, pulsé una canción al azar y empezó a sonar la melodía de Safe & Sound al fondo de mis oídos y empezé a tararear la melodía en mi mente, en mi móvil seguían sonando bips, y los miraba, pero eran notificaciones del Tuenti o Twitter, hasta que se terminó la canción, no me relajé un poco, se abrió la puerta de mi habitación y una cabeza asomó por ella:
-Toc-Toc.
Giré la cabeza y una chica morena con los ojos de color marrón chocolate sonrió:
-Hola Tuks.
Marta o Tuks, como yo le llamaba era una de mis mejores amigas, solíamos escribir canciones y salir por ahí, mientras ella hablaba de Crepúsculo y yo de Los Juegos del Hambre, solía decir cosas muy graciosas, que me hacían sonreír en los malos momentos, me quité los cascos de las orejas y ella entró:
-¿Castigada?
Asentí y ella suspiró:
-¿Y la fiesta qué?
-Creo que no voy a poder ir.
-Intentaré convencer a tu hermano con una de mis tartas.
Marta hacía unas tartas deliciosas y mi hermano solía quedarse como en lapsus cuando las comía y ella lo convencía de todo, sonreí un poco y bajé la cabeza:
-Eh, recuerda, cabeza bien alta y siempre sonriendo, ¿que ha pasado?
-Pues todo pasó el viernes pasado cuando salimos y Lucía nos llevó a las carreras de motos, por que estaba
Diego y entonces...
~El viernes pasado~
-Mirad, allí esta Diego, voy a saludarlo.
Estabamos en un polígono a las afueras de la cuidad, Lucía nos había llevado allí para ver a Diego, el chico que le gustaba, yo estaba un poco asustada, ibamos Marta, Elena, Miriam, Lucía y yo, nunca había estado en aquel lugar, olía a alcohol, tabaco y a drogas, se me subieron las arcadas, pero las dejé pasar, había unos 50 chicos y chicas rebeldes, con piercings y tatuajes y muchas motos, Lucía era un poco lianta y no quería dejarla sola, sabía que este lugar no iba a ser exactamente de color de rosa. Dos chicos se acercaron a nosotras y dijeron:
-¿Quereís un poco?
Uno de ellos abrió la mano y enseño unos polvos blancos; Marihuana, yo con cara de asco dije:
-No, gracias.
Los chicos se fueron y yo añadí:
-Esto ha sido una mala idea, odio este lugar.
-Ya, pero Lucía, no la pienso dejar aquí sola, es muy peligroso y ella es como una niña pequeña, cuando ve algo que le gusta...
Observé, frunciendo el ceño a las chicas que había por allí, pelo largo, pendientes, algunas con camisetas y otra sin nada y pantalones tan cortos que se les veía el culo, miré mi ropa, camiseta azul celeste de manga corta y unos vaqueros cortos con un pañuelo que me había puesto como cinturon blanco, Lucía vino corriendo hacía nosotras y dijo:
-Diego me ha pedido que me monte con él y lo voy a hacer.
-No, Lucía es peligroso.
Agarré a Lucía del brazo pero me arrastó, mientras yo gritaba:
-¡Lucía, sueltame!
Pero Lucía pasaba, cuando me soltó, cada chico escogía a una chica para montarse con él en las carreras y un chico pensando que yo participaba me cogió:
-No, yo no participo, mi amiga me ha arrastado.
Pero tampoco hacía caso, giré la cabeza hasta las chicas y con cara de preocupación me mordí el labio, Miriam se acercó:
-Chico, eh, chaval, ella no participa.
-¿Y tú me lo dices?
-Sí, ella te lo ha dicho, pero la has arrastado.
-Ahora no puedo cambiar, se monta sí o sí.
Miriam se cayó durante un momento y dijo:
-Pues me monto yo.
-No, no, Miriam, no dejaré que te montes tú.
-Hazme caso.
-¡No! No, me monto yo, no quiero que te hagas daño.
-¿Y tú qué? Si te caes, puedes morir.
-No me voy a caer.
-Pero...
El chico intervino:
-No tengo toda la noche, o una, o otra.
Agarré a Miriam de la mano y dije:
-Todo saldrá bien.
Cerré los ojos y el motor de las 50 motos se oyó por todo el polígono y sentí como el aire pasaba por toda mi cara levantando mi pelo y oí un grito, reconocí la voz, Lucía, ¡Lucía!:
-Para, para, se ha caído mi amiga.
-¿Qué?
-¡¡¡Para!!!
La moto se paró y me bajé corriendo hacía donde había oído el grito y encendí la linterna de mi móvil, fuí alumbrando el suelo y un charco de sangre se iba acercando a mí, de repente vi a Lucía en el suelo, me agaché corriendo y dije:
-¡Lucía, Lucía, vamos!
Pero Lucía no contestaba, le agarré el brazo, se lo había rajado entero y tenía una brecha en la nuca, grité:
-¡Marta!¡Miriam!¡Elena! Por favor, ayuda.
Pero nadie me oyó y me quedé con el cuerpo de Lucía entre los brazos, cogí mi móvil y marqué el número de la ambulancia:
-Hola, digame.
-Mire, mi amiga se ha caído y tiene una brecha en la nuca y el brazo rajado, necesito una ambulancia, se está desangrando y no sé que hacer.
-Vale, tranquilidad, ¿donde se encuentra?
-En el polígono de la ciudad.
-Vale vamos para allá.
Colgaron el teléfono y al cabo de 5 minutos una ambulancia entró en el polígono, Marta, Elena, Miriam la seguían y al iluminarme los focos de la ambulancia, las chicas de pararon en seco y sacaron una camilla, donde tumbaron a Lucía y la metieron dentro del coche:
-Alguna tiene que tiene que venir con nosotras.
-Yo.
Me monté rápidamente en la ambulancia y los enfermeros cerraron las puertas, me asomé por la ventanilla y iba el gesto de llamar, ellas 3 asentieron y la ambulancia se puso en marcha y nos alejamos del polígono, miré mis manos, ensangrentadas, me mareé un poco, no soporto la sangre y los enfermeros, me pasaron una toalla:
-Toma, limpiate con esto.
-Gracias.
Me limpié las manos y miré a Lucía, estaba echa polvo, parecía una chica muerta y los enfermeros dijeron:
-No te preocupes, por suerte es grave, pero no para muerte, ¿necesitas llamar a alguien?
-Sí, a mi hermano y a su padre.
Marqué el número del padre de Lucía, que fué corriendo al hospital y mi hermano también. Cuando llegamos al hospital a Lucía la metieron en observación y yo me quedé en la entrada principal, tomandome un café que había comprado en la cafetería, mi hermano llegó a los 5 minutos, fuí corriendo y lo abrazé, llorando:
-No sabes lo que he pasado.
Él se mantuvo callado y seguí hablando:
-Podría haber muerto y...
-¿Donde estabaís?
-Estabamos en el polígono, ella había ido a ver a Diego, un chico que le gusta y nosotras la acompañamos y entonces ella se montó en una moto con Diego y se cayó, oí el grito y fuí corriendo.
-No deberiaís haber ido al polígono y lo sabes.
-Sí lo sé.
-Luego hablaremos en casa, ¿te vas a quedar aquí?
-Sí.
-Bueno, yo me tengo que ir, trabajo mañana, llamame por la mañana.
~El sábado siguiente~
-Y eso es todo...
-¿Te ha castigado por haber ido al polígono?
-Sí.
-Eso se le pasará, lo sabes.
-Ya, pero estaré castigada.
-Pero vendremos a visitarte y Lucía también.
Lucía estaba en su casa, no podía andar, se le había paralizado una pierna y tiene que ir en silla de ruedas, pero puede hacer lo demás, excepto cosas como bañarse este verano, a veces le temblaba la voz al recordar aquel viernes, como a todas, sobre todo a mí, es algo que nunca voy a olvidar:
-Cuando no estes castigada... ¿Vamos de compras?
-Claro, aunque tendrás que estudiar Sociales.
-¡Og! ¿Me ayudarás? Ya sabes, nadie es capaz de conseguir sobresaliente en todo, empollona.
-Cateadora.
Me agarró la mano, este día cada vez estaba llendo mejor.

1 comentario:

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